viernes, 21 de febrero de 2014

La sociedad como conjunto de personas

Hola a todos. Llevo días sin escribir nada. No es que se me haya secado el cerebro.
No he encontrado el modo de escribir lo que quería decir. No me brotan las palabras como a un escritor de los buenos. He de pensar cada frase que escribo y me hago una composición previa en la cabeza, la cual voy modificando casi cada día.

Vuelvo a la realidad después de un post... imaginativo.



En una grupo de personas siempre hay listos y tontos, guapos y feos, simpáticos y antipáticos....

Veamos unos ejemplos: la Iglesia Católica, el FC Barcelona, el PSOE, los homosexuales y "los madrileños nacidos en Madrid".



¿Que tienen en común estos grupos de personas? Pues... que están formados por personas.
 "Jodo petaca!!, este tío se ha vuelto gilipollas" pensareis alguno. No, no me he vuelto, soy gilipollas desde hace mucho. Jajajaja.
Vuelvo al meollo, que me desvío.

La Iglesia Católica son: el Papa, los cardenales, obispos y arzobispos, vicarios, curas, monjes y monjas, teólogos, devotos y devotas, etc... En todo este grupo de personas, que encontramos en todo el mundo, hay desde pederastas, hasta gente con un corázón que no le cabe en el pecho, desde hipócritas a gente muy comprometida con el necesitado, desde el OPUS hasta Cáritas....



En el FC Barcelona tenemos a los jugadores, la directiva y los aficionados. Están desde Iniesta hasta Alves, desde el Boixo noi más burro hasta Ferrán Adriá...



En el PSOE hay politicuchos, afiliados, simpatizantes y votantes. Desde Rubalcaba hasta el alcalde del pueblo más pequeño que conozcas, desde un "odio recalcitrante a la derecha" hasta un "creo que un mundo más social"...


Dentro de los homosexuales tenemos a Freddy Mercury y a Jorge Javier Vazquez...



Y en Madrid está desde la Ana Botella hasta amigos con los que te llevas genial (todo el mundo conoce alguien de Madrid).



Bueno, con esto ya intuís lo que quiero decir.



Es un error muy humano criticar a personas sin conocerlas por el mero hecho de pertenecer a un grupo en concreto. A veces es al reves aunque no es muy normal.



A mi no me gustaría que un votante del PP me llamara despectivamente "perro flauta" por ser de izquierdas. Ni que a uno del Barça se le tilde de gilipollas por ser del Barça. Ni que a un cura se le llame pederasta porque hayan ocurrido casos de abusos, ni que a un homosexual se le tilde de "maricón y viola niños"...



Hay casos (como este último) que van desapareciendo pero hay otros que se mantienen. Y es que va en la humanidad el catalogar a la gente por los grupos a los que pertenece. Esto hace que nos tratemos a nosotros mismos como si fueramos borregos.
Y somos entes individuales que merecemos que se nos conozca un pelín. O al menos que se nos juzgue (ya que es inevitable el juzgar) por nuestras decisiones individuales.



Además, al catalogar por el grupo, dejamos de ver a la otra persona con claridad. Ejemplo:



Rubalcaba: Sr Rajoy, explique lo de Bárcenas
Rajoy: Usted y su partido no pueden venir a dar lecciones de limpieza



No digo que el PSOE sea mejor que el PP. Digo que Rajoy (y antes fueron los otros) se defiende atacando a la otra persona por ser del PSOE y los que acabamos jodidos somos los españoles que tenemos una panda de pólíticos, en general, deprimente. No responde lo que debe responder porque el que le pregunta pertenece al PSOE. Hubiera dado igual que la pregunta se la hubiera hecho un recién llegado al PSOE sin una mancha de corrupción sobre su espalda. 



Aquí no meto a todos en el mismo saco pero es que analizando uno por uno todos los diputados y senadores... a los único que salvo es a los que no conozco. De los demás, ninguno.
Pero hago un análisis de cada uno a título individual, no por grupos parlamentarios (no digo: "todos los del PP, corruptos" sino: "todos los del PP que conozco, corruptos").


A un nivel más plebeyo pasa algo similar. Todos hemos caracterizado a una persona por su modo de vestir o de moverse.


Todos pertenecemos de un modo u otro a un grupo de personas. Pero no todos los miembros de un grupo somos iguales. Coincidimos en alguna cosa pero somos todos muy diferentes.



Yo creo que es algo muy humano cometer este error.



En principio, nada más.



Un saludo a todos y espero no tardar tanto para el siguiente post.


sábado, 1 de febrero de 2014

La importancia de un buen sabor final en una situación


Carlos se echa a dormir no muy contento. Ha visto al Madrid en la Champions perder 1-0 contra el Milan en San Siro y toca remontar dentro de quince días. Su mujer, Yolanda, se ha ido a la cama y ha estado leyendo el libro, “El Médico” de Noah Gordon.

 

Antonio está viendo el futbol en el salón. Hace 5 minutos que ha llegado. Natalia sale del baño y se planta entre Antonio y la tele: “¿Quieres terminar de ver el partido o te vienes conmigo?”

 

Cuando Carlos entra en el dormitorio va directo al baño a cepillarse los dientes y a ponerse su hidratante. Vuelve a prometer que comerá menos y que se apuntará al gimnasio. Cuando se sienta en el borde de la cama, Yolanda se levanta y se dirige al baño. Además de cepillarse los dientes, Yolanda se pasa un interdental y antes de la hidratante, se lava con un jabón exfoliante y se aplica un tratamiento de ojos. Por último, alisa su pelo moreno.

 

Yolanda lleva un pijama largo de algodón cuyo motivo son unas notas musicales. A sus 32 años es guapa, tiene curvas y tiene unos ojos negros hipnóticos. Carlos duerme con un pantalón corto de deporte y una camiseta de manga larga de algodón, todo viejo.

 

Natalia lleva unos zapatos negros con un tacón de 10cm, medias negras de rejilla, unas braguitas de encaje también de color negro, un sujetador a juego y un collar de pequeñitas bolitas de color plata que llega hasta el ombligo de un vientre plano. Su piel es morena y sin una imperfección. El pelo lo lleva suelto y el maquillaje se puede definir como sutil y discreto. Antonio está aún con el traje del trabajo de color azul marino, la camisa azul celeste y una corbata de tono burdeos. Como va mucho al gimnasio la ropa se la pone ajustada para así marcar su cuerpo musculado.

 

Cuando Yolanda entra en la cama el roce de un pecho al darse el beso de buenas noches enciende a Carlos. Ella nota como eso se empina y suelta una risa y pregunta “¿tenemos ganas o el Madrid te ha dejado eunuco esta noche?” Después de echarse unas risas por la ocurrencia, Carlos, que quiere a su chica y que le ve preciosa, le dice “como tú lo veas” aunque sus manos ya están yendo por debajo de la parte del pijama de ella para tocar sus pechos. Son una talla 95 a los que la gravedad ya empieza a tirar para abajo. Aunque siguen siendo unos pechos preciosos, ya no son como hace diez años. Yolanda le abraza, le susurra cuanto le quiere y le da besitos desde la oreja hacia el cuello.

 

Natalia le da su mano sedosa y suave mostrando unos dedos con manicura francesa y juntos van a la cama. El se queda de pie maravillado de unos pechos operados hasta la talla 100. Duros y erectos, con un piercing en el seno izquierdo. Sus ojos no saben donde mirar pues hay muchos detalles de ella que le excitan: su cintura de avispa, su culo perfecto, sus labios carnosos, sus piernas eternas, su pecho amenazante.

 

Se separan del abrazo inicial y ambos se desnudan mostrando sus cuerpos. Ella detecta que su chico está algo abandonado, no se ha afeitado en dos días y le detecta un michelín que aún no le disgusta aunque le parece que es más grande cada vez. Pero le quiere como es y acepta en lo que se está convirtiendo. Él ve una mujer bella, con el pelo recogido en una coleta de urgencia, con el vientre blandito, con los pechos algo caídos y un principio de celulitis cerca del culete. Por otro lado, sigue enamorado de sus ojos y le ve muy guapa para su edad. Aún fantasea con ella si se viste sexy.

 

Se vuelven a besar sin decirse nada. El se deja caer para mostrarle todo su cuerpo. Ella capta la indirecta y sus labios y lengua van viajando.

El trayecto se inicia en la boca de Carlos, va pasando por diferentes estaciones: el cuello, los pechos de él, su barriga, etc. hasta acabar en su pene, donde se detiene más ratito. Después de unos contados lametazos, se mete en la boca el glande y realiza unos diez o doce “sube y baja” de cabeza, introduciéndose el capullo en la boca. De repente (demasiado pronto para él) sigue en su periplo hacia el sur para terminar besándole los tobillos y los dedos gordos de ambos pies.

El ascenso, que él espera que sea algo más lento y con una parada más prolongada en la zona del pene y los testículos, es vertiginoso. Directo hasta la boca y la oreja donde ella le dice en un susurro: “yo estoy ya lista para que me penetres”.

 

El está paralizado. Ella se pone en cuclillas y sin decir nada le baja la bragueta a Antonio, le saca su pene y le inicia una mamada larga, profunda y salivada. Antonio está en éxtasis. Cierra los ojos, eleva la mirada, se agarra su pelo, mira a Natalia. Natalia le devuelve la mirada lasciva. El se queda anonadado viendo los ojos de ella mientras introduce el pene en su boca por completo y se queda así un rato mientras juega con su lengua con el capullo sin sacarla de la boca. Antonio se deja caer en la cama y ella sigue el francés de rodillas mientras él se quita la camisa y los zapatos. Le come los huevos y hasta se atreve a jugar con el ano de Antonio. A continuación ella se adelanta hacia la cara de Antonio de modo que mete su pene entre sus pechos duros y de redondez perfecta y le practica una cubana juntando las tetas y lamiendo con la lengua su capullo y echando miradas cachondas.

 

El, mostrando una mueca de cierto disgusto, le contesta: “ahora me toca a mi que disfrutes de mi lengua” y gira a Yolanda que termina boca arriba. Carlos baja la cabeza hasta el coño de ella y empieza a usar su lengua. Se mueve rápido saboreando la entrepierna de Yolanda, la cual mueve de modo incontrolado su cabeza por lo que está disfrutando. Carlos, pensando que su mujer así va a llegar al orgasmo, mueve la lengua a toda velocidad con un ímpetu digno de un Miura hasta que nota que ella le tira del pelo haciéndole daño.

 

Antonio sabe que se va a correr si Natalia sigue en ese plan, así que le pide parar y le dice de comerle el coño. Ella le sonríe y se echa en la cama boca arriba quitándose las braguitas y le ofrece su sexo abriéndose de piernas hasta un punto increíble. El acerca su cara y su lengua a ese coño depilado, pequeñito y prieto. Natalia gime, se retuerce, le pide más y se pone boca abajo para que Antonio siga jugando con su sexo y con el caminito que va de un agujerito al otro. Ella sigue con su respiración forzada y acelerada. Para un goce mutuo y simultaneo, ambos hacen un 69 que hace que sus cuerpos sudorosos se junten y que los gemidos de los dos se entremezclen.

 

Al levantar la cara, ambos se miran y ella le dice:

  • “Ponte una gomita, cariño, estoy en fechas y no quiero quedarme embarazada aún”
  • “¿No tomas la píldora?”
  • “Las píldoras retienen líquidos y engordas. Toma aquí tienes el condón”
Carlos se pone la gomita (no sin demostrar algo de torpeza) y le penetra pensando en que a ella no le ha debido gustar lo de que él le comiera su coño. Yolanda piensa que Carlos le hace el amor genial pero que el sexo oral no es su fuerte. Empieza bien pero luego se vuelve un loco y deja de tocarle donde ella es más sensible.
La postura del misionero les permite observarse. Carlos ve los ojos de Yolanda. Yolanda ve lo guapo que es Carlos. Pero la falta de ejercicio hace mella en los brazos de Carlos que necesita cambiar de postura para seguir disfrutando. Ahora es ella quien se pone encima. Así, él disfruta de ver los pechos de su mujer moviéndose en el aire, dibujando círculos. Ella así se cansa pronto pero con el movimiento de su pelvis logra que el pene de Carlos toque dentro de ella donde ella decide.
Una vez ella para, porque así no puede más, y sin decirse nada, se pone a cuatro patas y él le sigue la corriente para adoptar la postura del perrito. Esta postura es la más cómoda para los dos y después de unos pocos minutos ambos llegan al orgasmo. Ella algo antes que él.
A la pregunta de “¿follamos?”, él responde raudo y veloz que sí y descubre que lleva ya puesto el condón que ella ha debido colocar con un arte increíble con la boca mientras hacían el 69:
  • él arriba mientras le muerde los pezones y ella le abraza con sus piernas. Luego ella sube sus largas piernas y las pone sobre los hombros de Antonio que se queda flipado de los tacones que aun lleva Natalia,
  • ella arriba mirándole a él mientras le pellizca los pezones a él y a ella misma. De vez en cuando Natalia se agacha y sus pechos se apretujan sobre el pecho de él, y él le agarra su precioso culo,
  • ella arriba mostrándole el culo a Antonio. Primero agarrando las piernas de Antonio y luego tirándose hacia atrás para que Antonio le coja de las tetas.
  • ella a cuatro patas de rodillas en la cama y el detrás. Ella entre tanto se acaricia el clítoris retorciéndose de placer. Antonio observa el culo perfectamente depilado y fantasea con él,
  • ella de pie agarrada al silloncito  y Antonio detrás viéndose ambos en el espejo de la habitación hasta el orgasmo de él y de ella. Ambos gritan  de placer y se acaban tumbando en la cama sudorosos.
Al desacoplarse, Carlos se quita el condón y se limpia con unas toallitas para bebé que Yolanda tiene en su mesilla. Con los restos del acto sexual formando una bola en su mano, Carlos se va al baño y tira todo a la papelera que hay debajo del lavabo. Una vez vuelve a la cama, se quedan mirando fijamente, diciéndose sin palabras que se quieren. Luego ella se da la vuelta y él le abraza cogiéndola por detrás hasta que él también se da la vuelta de modo que cada uno mira a su lado de cama. Durante un ratito, antes de quedarse los dos dormidos, se rozan las piernas y finalmente caen en los brazos de Morfeo.


Natalia le dice de ducharse juntos y después de limpiarse en silencio, le pregunta a Antonio si quiere beber algo. El le pide un vaso de agua. Mientras Natalia está en la cocina, Antonio le deja los 300€ del servicio y se viste. Después de beberse el agua y de dos besos en las mejillas, Antonio se encuentra en una calle desierta a las 12 de la noche camino del coche que ha aparcado cien metros más abajo del chalet donde Natalia trabaja. Aún le queda media hora para llegar a casa y poder meterse a dormir.