jueves, 11 de diciembre de 2014

El incapaz

El colegio público "La España del Siglo XXI" tenía como director a un hombre que había conseguido su puesto a base de un comportamiento plano, simple, aséptico y totalmente soso. Los problemas no le preocupaban porque no les dedicaba tiempo. El sólo se limitaba a esperar. Su nombre: Marianín.

En las reuniones de profesores, donde él dirigía el debate, había profesores afines a Marianín y otros no tanto. Entre estos últimos había alguno especialmente "tocahuevos", como un tal Arturito. En estas reuniones todos los profesores pedían mejoras para sus clases achacando a esta falta de mejoras el nivel mediocre de sus alumnos. Lo cierto es que los profesores, en general, eran unos ineptos. Y Arturito era de los peores. Ante tanta petición, Marianín hacia lo que mejor sabía hacer: oír como quien oye llover y no hacer nada.

De este modo, los alumnos que salían de este colegio dependían de si sus padres eran ricos o no para terminar recibiendo una buena educación (la recibían fuera, pagando). En el colegio de Marianín, no se enseñaba nada.

Arturito era un pésimo profesor. Sus alumnos mostraban unos resultados mediocres, como los del resto del colegio. Pero él decía que discriminaban a mi clase porque el quería seguir un método educativo que haría que sus alumnos fueran los mejores del mundo y decía que esto provocaba envidias al resto de profesores y a la dirección del colé, con Marianín a la cabeza. Marianín, ante este personaje, no hizo nada (como ante cada problema de sus alumnos).

La realidad es que Arturito en clase no hacia nada, llegaba tarde, se dormía, le daba igual si sus alumnos acudían o no y no se preparaba el temario. El sólo quería superar a su mentor Pujolete y tuvo una idea peregrina: si en el colegio no les dejan ser los mejores, mejor ir solos. 

Antes había que pedir y pedir a Marianín: una clase más luminosa y espaciosa, unos medios informáticos mucho mejores, unos pupitres mucho más grandes e incluso, un colegio solo para sus alumnos (con Arturito de director, claro). Marianín se encontró un problema serio y se puso manos a la obra.

Lo primero que hizo fue... Esperar. Otros profesores empezaron a pedir aun más viendo que a Arturito no le pasaba nada siendo tan egoista. Y entonces, en un viaje que hizo a Japón, Marianín mandó un correo electrónico diciendo que Arturito se equivocaba y que no le iba a dar tanto. Y que se olvidara de irse del colegio con sus alumnos. También prometió severidad. Y.... Siguió sin hacer nada.  

Y cuando Arturito provocó que los papás de sus alumnos pidieran irse a otro colegio (estaban convencidos que era lo mejor para sus hijos)... Marianín dijo que NO porque NO se podía. Y dijo que se iba a explicar para que la gente viera que él tenía razón y no el imbecil de Arturito. 

Marianín tenía su "respuesta perfecta": no hacer nada e insistir en que en los estatutos del cole no se permite separar clases. 

Y pasaron las semanas y Marianín seguía sin decir nada, sin hacer nada para parar la locura de Arturito. Porque esperaba que el problema desapareciera solo. Se olvidara. 

Marianín es un ser incapaz de afrontar un problema y resolverlo. Como él decía: soy predecible. La gente sabia que se podía esperar de él. Era serio.

Una piedra en medio de un prado es seria y predecible como Marianín. Y tan útil como Marianín.

Y mientras todos los alumnos siguen siendo unos mediocres. Porque Marianín no hace nada para resolver la situación.

Es el fin de esta historia en dos actos. 

Ahora vamos a la música. 

Dos canciones de dos grupos franceses: Kodiak -La Gacchette- y Exsonvaldes -Let go-

Espero que os gusten. 

Ciao!!

1 comentario:

  1. Hola Fernando. Creo que si los alumnos son mediocres, no es culpa de Marianin, sino de quien lo ha elegido, que en este caso son los padres. De todos modos, la mediocridad no se adquiere en la escuela, sino en la vida, donde Marianin, Arturin, o el Jesulin de turno ya influyen bastante menos, no?

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